La Revuelta
malecón
Pliego solidaridad nº 2
Diciembre 2019
Santiago
Valparaíso
Barcelona
—
Contribuciones:
Ximena Lecaros
Danica Peric
Javier Marticorena
Palito Wood
Manuel Sanfuentes
Marcos Rojas
Luis Romanque
Francisco Gálvez
archetypo.xyz
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Empecemos de nuevo:
Propuesta de red de tecnologías flexibles, ciudadanos creativos y biomateriales.
Danisa Peric
Chile está en crisis social desde el 18 de Octubre del 2019 bajo la consigna #chiledespertó, y ha liberado un grito que clama por mayor dignidad, igualdad y empatía, contenido por demasiados años. Dada la urgencia de transitar desde la catarsis a la acción, se requiere proyectar nuevos modelos productivos socio tecnológicos, horizontales y sostenibles, que puedan salvaguardar un nuevo tipo de patrimonio y asegurar el bienestar de los territorios y de los ciudadanos a través de su desarrollo creativo.
El origen de la crisis en Chile se ha hiper intelectualizado, a veces extremado y polarizado, y cada persona tiene su propia versión. Pero si en algo estamos de acuerdo (la gran mayoría) es en la profunda desigualdad que se instaló en Chile a ojos de todos y en manos de algunos. Mientras casi la mitad de los trabajadores en Chile gana bajo US$420, el 1% concentra el 26.5% del PIB.
En Chile, las pensiones, salud y educación de calidad, no son garantizados por el estado, sino más bien limitadas por un neoliberalismo salvaje bajo el obsceno y oscuro lema de “la libertad”. Mientras el valor promedio del arancel de una universidad pública es de US$7.654, el 80% de los mayores de 18 años se encuentran endeudados, y en Marzo 2019, el promedio mensual de pensiones fue de US$222 para mujeres. En otro carril, bancos manejando créditos Universitarios e Isapres ofreciendo programas y seguros de salud a privados, obtienen ganancias multimillonarias, mientras se destapan casos de colusión por diversos productos básicos como el pollo, papel higiénico, medicamentos y pañales.
Por otro lado, se han vendido recursos naturales como bosques, océanos y agua (¡sí el agua!) al sector privado a perpetuidad, decenas de localidades son “donadas” al lado oscuro de la producción industrial y se convierten en zonas de sacrificio, con niveles de contaminación nocivos y a veces letales.
La crisis, entonces, explotó bajo un escenario de colisión entre desigualdad y abuso.
El rediseño
Desigualdad y abuso son en gran medida resultado de un modelo productivo de mentalidad rentista y que está al servicio de unos pocos. El sistema productivo de Chile es agroindustrial y extractivista, importador de productos y proveedor de servicios, por lo que depende mayormente de nuestros recursos naturales, las necesidades básicas de las personas y la producción mundial. Es un modelo que no se caracteriza por integrar innovación ni generar nuevo conocimiento, y que por la naturaleza de sus procesos, genera un alto impacto ambiental.
Nuestro sistema productivo es un sistema de crecimiento pero no de desarrollo. “Junto con la transformación neoliberal del modelo económico se destruyó gran parte de la fuerza laboral del país, así como su experticia productiva. Los trabajadores, en su gran mayoría, fueron transformados en simples comerciantes de lo que producen otros países, o en prestadores de servicios para asegurar las exportaciones de materias primas”.
Esta profunda crisis socio ambiental, puede ser una oportunidad de rediseño colectivo.
A diferencia del modelo actual, hoy necesitamos un sistema de producción local y distribuido, en donde los insumos más importantes de la cadena sean las personas. Requerimos un modelo territorial, que materializa nuestra propia identidad y que está en sintonía con nuestros ciclos naturales. Es imprescindible un modelo socio tecnológico, donde las tecnologías sean vistas no como fin sino como medio, y se adapten de forma orgánica a favor de la condición humana. Necesitamos un modelo basado en la producción de conocimiento, donde la experiencia en cada iteración se almacena y se convierte en patrimonio, para ser salvaguardado a través de su apertura y distribución.
La red global de FabLabs, junto con el proyecto Fab City, podrían ser una guía, ya instalados en este imperativo nuevo escenario productivo.
Saber hacer colectivamente: el nuevo patrimonio
“El proyecto (Fab City) está conectado a la red mundial de FabLabs (Laboratorios de Fabricación) y comprende un grupo de expertos internacionales, de líderes cívicos, productores, urbanistas e innovadores que trabajan para cambiar el paradigma de la economía industrial actual, donde la ciudad opera en un modelo lineal de importación de productos y la producción de residuos, a un ecosistema de innovación en espiral en el que los materiales fluyen dentro de las ciudades y la información sobre cómo hacer las cosas circula a nivel mundial. Fab City se trata de construir una nueva economía basada en datos e infraestructura de fabricación distribuidos”. A la fecha, 34 ciudades se han suscrito al desafío, incluyendo Santiago de Chile y Barcelona. Esta última, en el 2014 a través de su alcalde, retó a las ciudades a producir todo lo que consuman para el año 2054.
Los métodos del modelo, nombrados Diseño y Manufactura Distribuida, proponen fabricación local (átomos) y exportación e importación de datos y conocimiento (bits). “Los bits viajan alrededor del mundo, y los átomos se mantienen localmente”. De esta manera, se pasa de un sistema centralizado a uno distribuido, en donde los productores locales materializan solo lo que el territorio necesita, con justeza en el consumo de materiales y en el uso de energía. Con esto se logra un modelo de producción sin excedentes.
A diferencia del periodo preindustrial, época de artesanos y familias de oficios tradicionales que retrataban la identidad del territorio, hoy la clave del modelo está en generar una nueva red de creadores y productores conectados, que intercambien conocimiento de manera global y materialicen de forma local. En este proceso la autoría se diluye, pierde sentido. El modelo es colectivo.
Bio fabricación digital
Uno de los medios más relevantes para transitar al nuevo modelo Fab City son las tecnologías de Fabricación Digital. El modelo propone una red de infraestructura digital abierta en donde bienes materiales contenidos en archivos digitales son modificados, adaptados y materializados en diferentes partes del mundo por máquinas de Control Numérico Computarizado, tales como Impresoras 3D o fresas automatizadas.
La Fabricación Digital ha cambiado la producción como la entendemos. Su bajo costo, pequeño tamaño y sus sencillas interfaces, han permitido que personas de la sociedad civil puedan abordar procesos creativos para innovar. La información sobre bienes materiales y el know how (cómo producirlos) es salvaguardado en un hábitat digital, y no sólo en el conocimiento tácito de la mano de un artesano experimentado. A diferencia de la fabricación tradicional, las formas complejas y la personalización de objetos se pueden lograr rápidamente y a bajo costo. Este proceso se conoce como Prototipado Rápido.
Pero, hoy en día, las herramientas de Fabricación Digital no están diseñadas para acoger una diversidad de materiales. Mientras más estándar y más homogéneo sea el material, más posibilidades de éxito tiene el proceso. El hecho de que los resultados de los procesos de manufactura sean tan similares, establece una nueva estética mundial que no salvaguarda las particularidades locales, especialmente a lo que el lenguaje de cada material refiere. En los FabLabs abundan terciados, MDF y PLA, generalmente importados, y la riqueza material local queda relegada en segundo plano.
Es por eso que, desde el 2017, en el FabLab U. de Chile estamos diseñando una serie de herramientas digitales Open Hardware que puedan acoger diversidad de materiales locales, sin formato y con diversas propiedades. La premisa es que cualquier material local puede ser manufacturado con una máquina de Control Numérico.
En una primera iteración, intervinimos una impresora 3D Makerbot Replicator 2 para imprimir digitalmente cualquier material en formato pasta. La investigación se concentró en el desarrollo de un cabezal y en la integración de Arduino y el firmware Marlin. Hemos logrado imprimir con alta precisión arcilla, greda y silicona.
En paralelo comenzamos un proceso de exploración artesanal con biomateriales biodegradables. Inspirados en la plataforma Materiom.org, diseñamos y fabricamos biopolímeros utilizando residuos orgánicos del Laboratorio y luego de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, nuestra casa de estudios. Trabajamos con algas, conchas de mariscos, cáscaras de frutos secos, hoja de choclo, borra de café, aserrín de máquinas, etc. Para cada material medimos sus propiedades, analizamos sus particularidades y especulamos sobre sus aplicaciones.
El valor de desarrollar biopolímeros está en la posibilidad de reconocer los residuos como recursos e insumos para la producción local, y en diseñar productos pensando en su ciclo de vida completo, percibiéndolos entonces como sistemas: obtención, uso y absorción.
El siguiente paso fue integrar Bio Fabricación y Fabricación Digital, para generar un kit Open Hardware de Bio Fabricación Digital, que está siendo desarrollado en conjunto con profesionales y estudiantes de diseño, ingeniería y ciencias. Tiene como objetivo flexibilizar las herramientas de Fabricación Digital, materializar biopolímeros con alta precisión y extender a la capacidad de abordar diferentes procesos, asumiendo que cada material tiene su propio lenguaje y gramática. El kit incorpora periféricos pre y post manufactura, y su desarrollo se encuentra documentado en nuestra web www.fablab.uchile.cl
- BioMixer: Máquina CNC inteligente que produce láminas de biopolímeros de forma personalizada.BioPrinter: Impresora 3D que imprime biopolímeros cocinados en formato pasta.- RotoFab: Máquina digital para producir piezas rotomoldeadas de biopolímeros.- TermoBioFab: Máquina digital para termoformar láminas de biopolímeros.- Estación de secado y deshidratado de biopolímeros.- Compostera automatizada: para medir y estimular los procesos de biodegradación.
Este kit se encuentra en desarrollo y espera estar disponible y ser difundido por medio de plataformas de Diseño Distribuido tales como Materiom, para fomentar la Bio Fabricación Digital con materiales locales.
Red de tecnologías flexibles, ciudadanos creativos y biomateriales.
Tenemos menos ojos, pero más manos. Hoy surge la posibilidad de que nosotros, los ciudadanos, nos convirtamos en constructores de nuestra propia realidad. La crisis es una oportunidad para rediseñar el modelo; y la dignidad, igualdad y empatía, tan necesitadas, pueden ser resultado de este proceso. Nuestro mayor patrimonio hoy es la creatividad colectiva.
En la transición a una Fab City, modelo de producción distribuida, en donde las personas diseñan para resolver necesidades locales y materializan identidad, imaginarios y anhelos, creemos importante revalorizar e integrar los recursos locales (incluso residuos) al sistema. De esta manera, podemos diseñar en sintonía con los ciclos tanto humanos como naturales y, en la práctica, volver a generar una relación íntima con los materiales en la que se exploren sus propios lenguajes y se utilicen con justeza. Para poder abordar este desafío, necesitamos tecnologías más flexibles que puedan acoger la diversidad de materiales.
Probablemente este derrotero social y, sobre todo, este nuevo modelo productivo, habrían sonado ingenuos y hasta cándidos hasta antes del 18 de Octubre en Chile. Hoy ya sabemos que la revolución está en marcha y es en los anaqueles creativos donde sus nuevos paradigmas han de consultarse.
Propuesta de red de tecnologías flexibles, ciudadanos creativos y biomateriales.
Danisa Peric
Chile está en crisis social desde el 18 de Octubre del 2019 bajo la consigna #chiledespertó, y ha liberado un grito que clama por mayor dignidad, igualdad y empatía, contenido por demasiados años. Dada la urgencia de transitar desde la catarsis a la acción, se requiere proyectar nuevos modelos productivos socio tecnológicos, horizontales y sostenibles, que puedan salvaguardar un nuevo tipo de patrimonio y asegurar el bienestar de los territorios y de los ciudadanos a través de su desarrollo creativo.
El origen de la crisis en Chile se ha hiper intelectualizado, a veces extremado y polarizado, y cada persona tiene su propia versión. Pero si en algo estamos de acuerdo (la gran mayoría) es en la profunda desigualdad que se instaló en Chile a ojos de todos y en manos de algunos. Mientras casi la mitad de los trabajadores en Chile gana bajo US$420, el 1% concentra el 26.5% del PIB.
En Chile, las pensiones, salud y educación de calidad, no son garantizados por el estado, sino más bien limitadas por un neoliberalismo salvaje bajo el obsceno y oscuro lema de “la libertad”. Mientras el valor promedio del arancel de una universidad pública es de US$7.654, el 80% de los mayores de 18 años se encuentran endeudados, y en Marzo 2019, el promedio mensual de pensiones fue de US$222 para mujeres. En otro carril, bancos manejando créditos Universitarios e Isapres ofreciendo programas y seguros de salud a privados, obtienen ganancias multimillonarias, mientras se destapan casos de colusión por diversos productos básicos como el pollo, papel higiénico, medicamentos y pañales.
Por otro lado, se han vendido recursos naturales como bosques, océanos y agua (¡sí el agua!) al sector privado a perpetuidad, decenas de localidades son “donadas” al lado oscuro de la producción industrial y se convierten en zonas de sacrificio, con niveles de contaminación nocivos y a veces letales.
La crisis, entonces, explotó bajo un escenario de colisión entre desigualdad y abuso.
El rediseño
Desigualdad y abuso son en gran medida resultado de un modelo productivo de mentalidad rentista y que está al servicio de unos pocos. El sistema productivo de Chile es agroindustrial y extractivista, importador de productos y proveedor de servicios, por lo que depende mayormente de nuestros recursos naturales, las necesidades básicas de las personas y la producción mundial. Es un modelo que no se caracteriza por integrar innovación ni generar nuevo conocimiento, y que por la naturaleza de sus procesos, genera un alto impacto ambiental.
Nuestro sistema productivo es un sistema de crecimiento pero no de desarrollo. “Junto con la transformación neoliberal del modelo económico se destruyó gran parte de la fuerza laboral del país, así como su experticia productiva. Los trabajadores, en su gran mayoría, fueron transformados en simples comerciantes de lo que producen otros países, o en prestadores de servicios para asegurar las exportaciones de materias primas”.
Esta profunda crisis socio ambiental, puede ser una oportunidad de rediseño colectivo.
A diferencia del modelo actual, hoy necesitamos un sistema de producción local y distribuido, en donde los insumos más importantes de la cadena sean las personas. Requerimos un modelo territorial, que materializa nuestra propia identidad y que está en sintonía con nuestros ciclos naturales. Es imprescindible un modelo socio tecnológico, donde las tecnologías sean vistas no como fin sino como medio, y se adapten de forma orgánica a favor de la condición humana. Necesitamos un modelo basado en la producción de conocimiento, donde la experiencia en cada iteración se almacena y se convierte en patrimonio, para ser salvaguardado a través de su apertura y distribución.
La red global de FabLabs, junto con el proyecto Fab City, podrían ser una guía, ya instalados en este imperativo nuevo escenario productivo.
Saber hacer colectivamente: el nuevo patrimonio
“El proyecto (Fab City) está conectado a la red mundial de FabLabs (Laboratorios de Fabricación) y comprende un grupo de expertos internacionales, de líderes cívicos, productores, urbanistas e innovadores que trabajan para cambiar el paradigma de la economía industrial actual, donde la ciudad opera en un modelo lineal de importación de productos y la producción de residuos, a un ecosistema de innovación en espiral en el que los materiales fluyen dentro de las ciudades y la información sobre cómo hacer las cosas circula a nivel mundial. Fab City se trata de construir una nueva economía basada en datos e infraestructura de fabricación distribuidos”. A la fecha, 34 ciudades se han suscrito al desafío, incluyendo Santiago de Chile y Barcelona. Esta última, en el 2014 a través de su alcalde, retó a las ciudades a producir todo lo que consuman para el año 2054.
Los métodos del modelo, nombrados Diseño y Manufactura Distribuida, proponen fabricación local (átomos) y exportación e importación de datos y conocimiento (bits). “Los bits viajan alrededor del mundo, y los átomos se mantienen localmente”. De esta manera, se pasa de un sistema centralizado a uno distribuido, en donde los productores locales materializan solo lo que el territorio necesita, con justeza en el consumo de materiales y en el uso de energía. Con esto se logra un modelo de producción sin excedentes.
A diferencia del periodo preindustrial, época de artesanos y familias de oficios tradicionales que retrataban la identidad del territorio, hoy la clave del modelo está en generar una nueva red de creadores y productores conectados, que intercambien conocimiento de manera global y materialicen de forma local. En este proceso la autoría se diluye, pierde sentido. El modelo es colectivo.
Bio fabricación digital
Uno de los medios más relevantes para transitar al nuevo modelo Fab City son las tecnologías de Fabricación Digital. El modelo propone una red de infraestructura digital abierta en donde bienes materiales contenidos en archivos digitales son modificados, adaptados y materializados en diferentes partes del mundo por máquinas de Control Numérico Computarizado, tales como Impresoras 3D o fresas automatizadas.
La Fabricación Digital ha cambiado la producción como la entendemos. Su bajo costo, pequeño tamaño y sus sencillas interfaces, han permitido que personas de la sociedad civil puedan abordar procesos creativos para innovar. La información sobre bienes materiales y el know how (cómo producirlos) es salvaguardado en un hábitat digital, y no sólo en el conocimiento tácito de la mano de un artesano experimentado. A diferencia de la fabricación tradicional, las formas complejas y la personalización de objetos se pueden lograr rápidamente y a bajo costo. Este proceso se conoce como Prototipado Rápido.
Pero, hoy en día, las herramientas de Fabricación Digital no están diseñadas para acoger una diversidad de materiales. Mientras más estándar y más homogéneo sea el material, más posibilidades de éxito tiene el proceso. El hecho de que los resultados de los procesos de manufactura sean tan similares, establece una nueva estética mundial que no salvaguarda las particularidades locales, especialmente a lo que el lenguaje de cada material refiere. En los FabLabs abundan terciados, MDF y PLA, generalmente importados, y la riqueza material local queda relegada en segundo plano.
Es por eso que, desde el 2017, en el FabLab U. de Chile estamos diseñando una serie de herramientas digitales Open Hardware que puedan acoger diversidad de materiales locales, sin formato y con diversas propiedades. La premisa es que cualquier material local puede ser manufacturado con una máquina de Control Numérico.
En una primera iteración, intervinimos una impresora 3D Makerbot Replicator 2 para imprimir digitalmente cualquier material en formato pasta. La investigación se concentró en el desarrollo de un cabezal y en la integración de Arduino y el firmware Marlin. Hemos logrado imprimir con alta precisión arcilla, greda y silicona.
En paralelo comenzamos un proceso de exploración artesanal con biomateriales biodegradables. Inspirados en la plataforma Materiom.org, diseñamos y fabricamos biopolímeros utilizando residuos orgánicos del Laboratorio y luego de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, nuestra casa de estudios. Trabajamos con algas, conchas de mariscos, cáscaras de frutos secos, hoja de choclo, borra de café, aserrín de máquinas, etc. Para cada material medimos sus propiedades, analizamos sus particularidades y especulamos sobre sus aplicaciones.
El valor de desarrollar biopolímeros está en la posibilidad de reconocer los residuos como recursos e insumos para la producción local, y en diseñar productos pensando en su ciclo de vida completo, percibiéndolos entonces como sistemas: obtención, uso y absorción.
El siguiente paso fue integrar Bio Fabricación y Fabricación Digital, para generar un kit Open Hardware de Bio Fabricación Digital, que está siendo desarrollado en conjunto con profesionales y estudiantes de diseño, ingeniería y ciencias. Tiene como objetivo flexibilizar las herramientas de Fabricación Digital, materializar biopolímeros con alta precisión y extender a la capacidad de abordar diferentes procesos, asumiendo que cada material tiene su propio lenguaje y gramática. El kit incorpora periféricos pre y post manufactura, y su desarrollo se encuentra documentado en nuestra web www.fablab.uchile.cl
- BioMixer: Máquina CNC inteligente que produce láminas de biopolímeros de forma personalizada.BioPrinter: Impresora 3D que imprime biopolímeros cocinados en formato pasta.- RotoFab: Máquina digital para producir piezas rotomoldeadas de biopolímeros.- TermoBioFab: Máquina digital para termoformar láminas de biopolímeros.- Estación de secado y deshidratado de biopolímeros.- Compostera automatizada: para medir y estimular los procesos de biodegradación.
Este kit se encuentra en desarrollo y espera estar disponible y ser difundido por medio de plataformas de Diseño Distribuido tales como Materiom, para fomentar la Bio Fabricación Digital con materiales locales.
Red de tecnologías flexibles, ciudadanos creativos y biomateriales.
Tenemos menos ojos, pero más manos. Hoy surge la posibilidad de que nosotros, los ciudadanos, nos convirtamos en constructores de nuestra propia realidad. La crisis es una oportunidad para rediseñar el modelo; y la dignidad, igualdad y empatía, tan necesitadas, pueden ser resultado de este proceso. Nuestro mayor patrimonio hoy es la creatividad colectiva.
En la transición a una Fab City, modelo de producción distribuida, en donde las personas diseñan para resolver necesidades locales y materializan identidad, imaginarios y anhelos, creemos importante revalorizar e integrar los recursos locales (incluso residuos) al sistema. De esta manera, podemos diseñar en sintonía con los ciclos tanto humanos como naturales y, en la práctica, volver a generar una relación íntima con los materiales en la que se exploren sus propios lenguajes y se utilicen con justeza. Para poder abordar este desafío, necesitamos tecnologías más flexibles que puedan acoger la diversidad de materiales.
Probablemente este derrotero social y, sobre todo, este nuevo modelo productivo, habrían sonado ingenuos y hasta cándidos hasta antes del 18 de Octubre en Chile. Hoy ya sabemos que la revolución está en marcha y es en los anaqueles creativos donde sus nuevos paradigmas han de consultarse.